Peregrinar es tomar conciencia de que la existencia es dinámica,
una evolución que conduce a un horizonte,
pero un final indeterminado a la espera de los pasos del protagonista.
Peregrinar es tomar conciencia de que no nos bastamos a nosotros mismos,
que, efímeros y limitados precisamos del otro.
Peregrinar es el diálogo con lo que somos capaces,
y con lo que nos es inviable.
Peregrinar es meditar sobre la vida y sus misterios,
por eso peregrinar es un viaje interior
y un viaje trascendente.
Una oportunidad única de vida.